#JusticiaParaEmma
Emma era una gatita de un mes de vida, de color blanco y anaranjado, de ojos dulces y patitas frágiles. Esta misma semana, una adolescente de 14 años la ahorcó, riendo, para luego arrojarla al suelo y pisarla durante interminables segundos de puro sufrimiento. Luego le quemó las orejas con una plancha para el pelo, intentó quebrarle las patas, quemarle los ojos y la arrojó de un tercer piso. No conforme con esto, la colgó de una pata en medio de una plaza y se fue, dejándola en shock. Más tarde, orgullosamente, subió el video a Facebook, esperando la felicitación de sus amigos, sin prever que la sociedad siente horror ante estos actos de crueldad. Cuando le consultaron por whatsapp, el por qué de sus actos, respondió que lo hizo «para reirme un rato».
Como muchos psicópatas, esta menor contó con un cómplice, otra adolescente que filmó la tortura de Emma y celebró las ocurrencias sádicas de su amiga, pues tal como ella, disfruta del dolor de un inocente.
Al día siguiente de ser rescatada, la pequeña Emma comió comida húmeda, tomó mucha agua y se acurrucó en los brazos de sus veterinarios, pues mantenía su amorosa inocencia intacta, igual que un bebé. Pero acabó muriendo por efecto de politraumatismos graves. En su corto mes de vida fue testigo de la más pura maldad. Esa experiencia fue la que se llevó a la tumba. Al momento de su muerte, pesaba 300 gramos.
Luego del asesinato del perro Cholito, a palos, cruelmente por una banda de sociópatas, se redactó una ley laxa, que ni siquiera logró que estos criminales asistan a firmar a la penitenciaría. Ahora las criminales son adolescentes. Dos niñas que, en lugar de ir a fiestas, torturan salvajemente a una gatita de un mes de vida. ¿Provienen de un entorno vulnerable y sus oportunidades escasean por «razones estructurales», como dicen los buenistas y los políticos, que les siguen el amén, con tal de robar un voto? Seguramente. Pero sepan, señores políticos, que las personas de entornos vulnerables trabajan más por la defensa de los animales, que cualquier otro grupo social. Ya creo escuchar a los buenistas de turno, pidiendo «acompañar en democracia» a estas adolescentes marginadas. Entérense de una vez, hipócritas: esto no es una muestra del descontento juvenil; esto es la mismísima expresión de la maldad.
Las personas que trabajamos activamente por la causa de los animales no queremos corpóreos de perritos bailando en eventos multitudinarios, ni mensajes simpáticos por televisión. Estamos hartos del constante escrutinio y las regulaciones que dificultan el desarrollo de nuestra actividad benéfica, siendo que los verdaderos problemas, como son el abandono y el maltrato se tratan con mano blanda. Queremos leyes verdaderas, fuertes, que sancionen efectivamente, con cárcel, la crueldad contra los animales. Valga decir que la adolescente que torturó a Emma, a día de hoy está pidiendo gatitos por Facebook. ¿Lo hace para provocar o quiere seguir torturarando? Sea como sea, está segura de que no recibirá castigo.
No podemos permitirlo